Nuestra experiencia como novios de alquiler en Japón

¿Qué imagen se te viene a la mente cuando escuchas “novio de alquiler”?

Tal vez un plan de cita perfecto, conversaciones educadas y un toque romántico…
Bueno, la realidad fue un poco diferente. Nuestra misión era simple: ofrecer la mejor experiencia de “novio” en Japón y obtener la puntuación más alta de nuestras clientas.
¿Suena fácil? Pues la realidad tuvo otros planes.


Tres chicos, tres citas, un solo objetivo

Nos inscribimos en un servicio real de novios de alquiler en Japón.
Imagina un “Yelp de novios” — con reseñas, calificaciones y comentarios de las clientas.

El objetivo era claro:

  • Encantar a la clienta
  • Cumplir con los “lenguajes del amor” (actos de servicio, regalos, tiempo de calidad, palabras de afirmación y contacto físico)
  • Terminar con una buena reseña

Pero desde el principio, las cosas salieron mal.
Algunos llegaron demasiado temprano y esperaron horas. Otros… necesitaron “dos horas más” para arreglarse.
Una cita empezó discutiendo sobre comida. Otra comenzó en Harajuku, justo cuando casi todas las tiendas estaban cerradas.


Cita #1 – El ajetreo de Harajuku

Mi clienta, Annabelle, mitad japonesa, mitad británica, estaba hambrienta. El problema: no tenía ningún plan de comida preparado.
“Como novio de alquiler deberías haber planeado esto”, me dijo directamente.

Recorrimos Cat Street, vimos ropa y hasta elegimos atuendos uno para el otro.
El punto más alto fue el cafecito de cerdos 🐷. Imagina cerditos pequeños intentando sentarse en tu regazo y mordiendo tu camisa. Caótico, pero muy tierno.

Annabelle apreció los gestos caballerosos (abrirle la puerta, acomodar la silla, servir la bebida). Pero mi falta de planificación me costó puntos.


Cita #2 – La experiencia “auténtica” de Nueva York

Otro de los novios decidió dar a su clienta un trato 100% estilo Nueva York: directo, sin filtros y un poco sarcástico.

Visitaron santuarios, bromearon sobre tatuajes, discutieron la cantidad de wasabi y hasta hicieron preguntas demasiado personales sobre peso e historial de citas.
¿Romántico? No. ¿Memorable? Definitivamente sí.


Cita #3 – Copas, baile y… ¿celos?

La tercera cita empezó tarde, pero pronto se animó.
Hubo compras, bromas, charla juguetona sobre relaciones pasadas.

A mitad de la cita, otra chica intentó “robarse” al novio, lo que generó celos, caos y hasta amenazas de cancelar la sesión. Al final siguieron adelante y terminaron la noche con comida, tragos y más bromas.


Calificaciones y reflexiones

Llegó la hora de las notas, y la realidad fue dura:

  • Annabelle: 4/10 (“No planeó nada, pero el café de los cerdos lo salvó”)
  • Otra clienta: 4/10 (“No fue romántico, pero sí entretenido”)
  • Algunos obtuvieron puntos por simpatía y buen trato; otros bajaron a casi 1/10 por tener demasiada actitud.

Conclusión: Ser un novio de alquiler es mucho más difícil de lo que parece.
Debes equilibrar entretenimiento, comodidad, diferencias culturales y química personal… todo con un reloj corriendo y una clienta que paga.


¿Lo haría de nuevo?

Sí… pero con cambios:

  • Preparar un itinerario de antemano
  • Aprender algunas frases básicas en japonés
  • Ser flexible: el estilo de la clienta marca el tono
  • Y lo más importante: leer la situación (cafés de cerdos: sí; interrogar sobre el peso: mejor no)

No fue la cita perfecta, pero sí fue real, desordenada y, sobre todo, divertida.
Al fin y al cabo, ¿en qué otro lugar te pagan por dar la mano, comer mochi y esquivar cerditos en Harajuku?

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